Volverse Piedra, de Juan Carlos Jiménez

Derivar sobre la obra de Juan Carlos Jiménez conlleva asumir la paradoja del estar siendo, del ser en devenir que implica la exposición del nomadismo del cuerpo, de la carne, del espíritu, entre la cotidianidad.

Se trata de una experiencia que conlleva la exposición de imágenes anteriores “a la edad del arte”, (Belting, 2009), singularidad por la que obran en el afuera de los territorios que evocan al atravesar, intersectar, tergiversar, enreversar, las memorias, entre lo que conlleva la gravedad de “volverse piedra” y la fragilidad de la temporalidad que la erosión revela y que expone la transmutación y transformación de los materiales de acontecimiento –no solo de expresión–, de la perspectiva archilógica de una estética que traza su propia borradura, confronta su propia presencia, rebasa su propia técnica, al no rendir cuentas, pues se trata de una ruptura con la economía de representación de lo que pudiera considerarse los “lugares comunes” o las pretendidas “ruinas” del arte contemporáneo.

La archilógica de la estética de Jiménez, expone de esta manera las derivas de su método, de su deriva entre las ciudades-acontecimiento, que componen la gravedad de sus memorias al exponer el peso de recuerdos que hacen del cuerpo mismo, el territorio de tránsito. En este sentido, se encuentra en las obras una estética del peregrinaje, una poética de la deriva, una hermenéutica del devenir, una política de la tierra, entre las que la borradura y el polvo, más que evocar un solo origen, manifiestan la experiencia de encuentro con y entre territorios de transformación y devenir.

Volverse piedra de esta manera vacía de sentido la referencia segura a la quietud, para exponer la vibración y el acento del devenir, del acontecer de una memoria que expone sus cambios a través de la erosión y el desvanecimiento, la gravedad y la fragilidad de la contemporaneidad, sus concepciones y recursos, a través de la contundencia de la actualidad expuesta como rebasamiento de la presencia y exposición de una estética de la comparecencia (Nancy, Bailly, 2014).

Comparecer en lo cotidiano, entre el volverse y el reverso de la presencia, su duración o evanescencia, provoca, como expone Juan Carlos Jiménez, encuentros en un “territorio interior” (Bonnefoy, 2014), allende de sí, los otros, la naturaleza, el mundo, las ciudades, los barrios, las calles, entre la lejanía del “saver” (Cixous, 2001), que hace de la piedra, carne agua y aliento de recuerdos que anteceden memorias de tiempos, al narrar historias que vacían sentidos nuevos sobre el don del presente.

Mario Madroñero Morillo

 

Inauguración: 4 de julio 2019, 19h00

La exposición está abierta hasta el 28 de agosto (Cerrado por vacaciones del 29 de julio al 12 de agosto)

Horarios de atención: lunes a viernes, de 9h00 a 18h00. (Horario extendido: jueves hasta las 20h00 y abrimos el primer sábado del mes de 9h00 a 13h00)

Actividades paralelas

Viernes 5 de julio 2019. 10h30

-Visita mediada. Recorrido a dos voces con Juan Carlos Jiménez y Mario Madroñero (Ph.D Docente investigador, Universidad Nacional de Educación), quienes abordan temas como el tiempo en la creación artística, los procesos de transformación de la materia y la relación arte-naturaleza

12h30 a 15h00

-Taller de creación artística. Plantea la realización de ejercicios que toman como referencia la relación arte-naturaleza, asumiendo la materia como protagonista de la obra. Entrada libre

Así fue Volverse Piedra