CINERARIA Tomás Ochoa


En esta serie planteo un ejercicio alegórico, a partir de fotografías de archivo, tomadas a principios del siglo XX en el enclave minero de Portovelo- Ecuador, en el que la compañía norteamericana S.A.D.C.O  explotó sus minas de oro. El paradigma de la obra alegórica -como lo plantea Craig Owens- es el palimpsesto: un texto que se lee a través de otro. El alegorista no inventa imágenes, las confisca. No se trata de reestablecer un significado original que pudiera haberse perdido, más bien de añadir un nuevo sentido a la imagen y  suplantarla. Dichas fotografías -tomadas por el gerente de la compañía de ese entonces- han sido ampliadas a grandes dimensiones, sustituyendo el grano fotográfico -el efecto de la luz sobre las partículas de los haluros de plata- por granos de pólvora, la cual al ser quemada deja una impronta de fuego y cenizas sobre la superficie del nuevo soporte. Con esto, intento pervertir los originales  y plantear una expansión de campo de la fotografía  hacia la pintura y el performance.

Los textos que acompañan a estas imágenes corresponden a los testimonios de  cuatro mineros centenarios que un día trabajaron para la S.A.D.C.O. y son un intento por restituir una memoria colectiva contrastándola con  una iconografía que forma parte del relato colonial

La acción de «quemar» las imágenes podría tener una función catártica. Sin embargo, esta purga de fuego conlleva una paradoja: Desde una perspectiva psicoanalítica este acto simbólico implicaría la eliminación de recuerdos perturbadores pero mi acción supone una exacerbación de la memoria porque las fotos quemadas perviven y se redimensionan por la acción del fuego. A lo largo de la historia de la fotografía lo determinante siempre ha sido la mirada. En esta serie las imágenes confiscadas proceden de una mirada colonial que al ser incineradas no desaparecen, por el contrario  se recrudecen, de modo que se acentúe la violencia que está implícita en esa mirada, aquello que me hiere.  Una paradoja que no se resuelve, tal como ocurre con la contradicción inherente que existe entre  los signos e imágenes grabados en una urna cineraria y las cenizas que contiene.

Tomás Ochoa

Fotografías de la muestra