DIEGO BRAVO

Domingo tres de la tarde

Actualmente es muy común asistir a prácticas de confesión, ya sea  a través de la televisión o de las llamadas redes sociales que se multiplican en Internet. Los involucrados se confiesan públicamente como buscando ser absueltos por los ‘votos’ de la audiencia o por sondeos de opinión. ¿Acaso no están presentes las mismas dinámicas de exhibición, del placer de espiar y ser espiado, en los artistas que ‘nos muestran’ su intimidad?

Al contrario, Diego Bravo, a través de su última producción pictórica, da sepultura a las banales historias personales que han desencadenado su proceso de creación, como un gesto de decencia (o de discreción).

En uno de sus relatos, Borges cuenta que alguien narra una historia, tantas veces la ha narrado que ahora la historia es más ‘cierta’ que los hechos a los que se refiere. Las pinturas de Bravo, como en el relato, se han independizado de sus referentes.

Cesar Portilla