30 Oct Esteban Pastorino – Estudios en plano secuencia. Esteban Pastorino y Gonzalo Vargas M. 1146km.
Paralelamente, se presenta 1146 Km, trabajo realizado en cooperación con el artista quiteñoGonzalo Vargas, en el marco del proyecto Lugares de Tránsito (2011) en Ecuador. En este caso, los autores fotografiaron con diversas técnicas y formatos paisajes naturales, espacios urbanos y esculturas públicas, reflejando la confluencia de dos miradas: una local y una extranjera, sobre el mismo el territorio.
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Registro de la muestra, planos generales de la exhibición:
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Acerca de los artistas:
Esteban Pastorino
En su trabajo, ingeniería mecánica y pensamiento artístico encuentran una rara y fascinante comunión. Esteban Pastorino (Buenos Aires / Argentina, 1972) aborda su creación artística desde cuestionamientos relacionados con la técnica fotográfica, cautivado por los múltiples procesos de la capturación de la imagen, de la impresión y de los mecanismos para mostrar el resultado al espectador.
Justamente su interés por los procesos, más que por lograr una imagen determinada que refleje una mirada, lo lleva a una exhaustiva investigación experimental donde explora la relación entre la percepción natural y la representación fotográfica. De esta manera, vuelve permeables los límites de la representación que definen al medio fotográfico y pone en evidencia el débil vínculo entre la fotografía y la realidad, alejándonos de los prejuicios de la objetividad fotográfica y su alianza con la veracidad. Además, involucra al azar como variable que juega un papel activo en el proceso y en los resultados. Por tanto Pastorino opta por fotografiar “lo que no puede ver”.
A partir de esta imposibilidad del ver, el artista se plantea una pregunta como punto de partida para sus proyectos: “¿qué pasaría si…?” Duda que lo lleva a recrear y crear una serie de aparatos y artificios fotográficos. Los proyectos se ven muchas veces limitados en su realización, pues la falta de materiales y la imposibilidad de acceso a cierta tecnología en su país, influyen directamente en el proceso. Esta es una variable más a contemplar en el desarrollo del trabajo, lo que contribuye a buscar nuevas soluciones, que a su vez brindan resultados inesperados.
En sus series de fotografías panorámicas vemos claramente la evolución de un proceso técnico y conceptual que comienza en 1999, y que ha ido evolucionando a través de la fabricación de una serie de cámaras cada vez más complejas.
El espacio urbano y el registro de fenómenos como el tránsito y la movilidad son los temas de estas series. El resultado es un conjunto de imágenes muy singulares, que representan de modo secuencial un tiempo y un espacio trascurridos, mezclando así características de la fotografía con características de la cinematografía. Para ello, el artista monta la cámara sobre un trípode utilizando el movimiento de rotación automático, o también sobre coches, trenes, barcos, sincronizando el movimiento del medio de transporte con el movimiento de la película. La cámara mueve la película en su interior mientras el obturador permanece abierto, lo que permite exponer una imagen sin cortes tan larga como la película que se utilice y que registra en una sola imagen tridimensional todo el espacio circundante. De esta manera se obtienen fotografías de hasta 40 metros de largo, que permiten observar lo que sucedía en el mismo espacio en diferentes momentos, debelando el transcurrir de la cámara por el espacio, y anulando la perspectiva central. La imagen resultante es el producto de un proceso óptico-fotográfico que el ojo humano no puede recrear.
Igualmente en sus series de fotografías aéreas podemos apreciar el transcurso de su investigación por distintas fases y aparatos, montando la cámara en un avioncito de juguete con control remoto, en una cometa o en un avión unipersonal de fabricación casera.
El espacio público es el sujeto de esta serie, en el que el punto de vista elevado, el desenfoque en ciertas áreas de la imagen y la visión cenital del paisaje remiten a la observación de maquetas. Sin embargo, el hiperrealismo de la imagen o el reconocimiento del espacio fotografiado nos devuelven a la realidad. Se debe recalcar que estas imágenes, por sus características, no pueden ser previsualizadas por el artista, volviéndolas así impredecibles y azarosas.
En su trabajo, Pastorino contrapone la actitud del fotógrafo que intenta controlar los aspectos visuales de la imagen a la de constructor/operador que, a partir de un proceso parcialmente controlado, deja que otras fuerzas determinen el resultado final.
Desde niño se interesa por la técnica, la física y las matemáticas, lo que lo lleva a realizar sus estudios secundarios en un colegio técnico y a continuar la carrera de Ingeniería Mecánica en la universidad. Estudios que abandona después de 3 años para dedicarse de lleno a la fotografía, formándose en cursos, talleres y de manera autodidacta.
Gonzalo Vargas M.
Gonzalo Vargas (Quito / Ecuador, 1976) utiliza distintos medios como la fotografía, el video, la animación y la programación multimedia, teniendo como punto de partida interrogantes sobre el planteamiento y resolución de problemas ligados a la representación.
La construcción del lenguaje visual y su interpretación, en contraposición a conceptos preestablecidos, son análisis recurrentes en sus propuestas.
Por un lado, en su serie Patria indaga sobre los usos políticos – mediáticos de la imagen, donde la construcción de una memoria social / individual, manipulada y manipulable, interpela a la veracidad de la fotografía y del video documental.
A través del uso de medios tecnológicos, Vargas altera la realidad histórica del archivo, manipula las imágenes y sus discursos.
En varias obras de esta serie vuelve cómplice de esta manipulación al espectador, como es el caso de “Por favor, ¡aplauda!” en el que el discurso presidencial de Febres Cordero sólo se activa, a través de sensores del sonido, con los aplausos de la audiencia; o en la obra “El Camisetero”, en el que el espectador descubre en imágenes de archivo de la historia del Ecuador a un personaje siempre presente, el propio artista.
Otra corriente de la producción de Vargas se muestra en sus series de Inventarios. Aquí el artista presenta amplias imágenes urbanas, de carácter anónimo, neutralizado, casi como si se tratara de documentos, que debelan las nuevas topografías de las sociedades contemporáneas.
Utilizando la documentación sistemática de arquitecturas, proveniente del foto-conceptualismo de la escuela de los Becher, muestra la relación del ser humano con su entorno inmediato y expandido. La mirada de Vargas aterriza en una serie de inventarios locales, que a su vez no dejan de responder a dinámicas globales.
Por ejemplo, en su inventario de “Paraísos Artificiales” – que lo viene alimentando desde el 2008 -, indaga en aquellos espacios que han sido construidos para ser dotados de un sentido paradisíaco. Estos paraísos son principalmente espacios dedicados al ocio, al culto religioso, al consumismo, al deporte y a la práctica política, como lugares cercanos a una noción de un edén terrenal: piscinas, hoteles Resort, iglesias, centros comerciales, estadios, parques de diversiones, entre otros.
En “Espacios Mínimos” Vargas inventaría viviendas multifamiliares en distintas ciudades latinoamericanas, construcciones-bloque repetitivas, poco agraciadas, que hablan de cierto hacinamiento y homogenización social.
Su último Inventario, la serie “Re – trato”, plantea una entrada totalmente distinta, tanto en lo formal como en lo conceptual, al resto de series. El artista retoma un clásico de la fotografía como es el retrato en blanco y negro, dotado de nombre y apellido; pero lo que vuelve singular a esta serie es el mecanismo de acción entre retratista y retratados. Vargas utiliza Internet, concretamente la red social de Facebook, para convocar a sus modelos; las fotos, a medida que van siendo realizadas, son colgadas en la red y comentadas por los distintos usuarios. El retrato fotográfico adquiere en esta propuesta características de una obra relacional e interactiva.
Los discursos e interrogantes que propone Vargas en sus distintas series responden a reflexiones de un espacio y tiempo específicos, y abren una puerta al (des)engaño de los constructos sociales.
Gonzalo Vargas realiza sus estudios de artes plásticas en Quito (PUCE, Pontificia Universidad Católica de Ecuador) y un postgrado en nuevas tecnologías aplicadas a la creación de performance e instalaciones multimedia en Buenos Aires (IUNA, Instituto Universitario Nacional del Arte), actualmente es maestrante de Estudios de la Cultura en la Universidad Andina Simón Bolívar.